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Chile es un país rico en biodiversidad, y uno de los tesoros menos conocidos pero sumamente importantes son sus abejas nativas. Con aproximadamente 424 especies descritas y solo cinco especies introducidas, las abejas nativas representan un impresionante 70% de endemismo (Montalva, 2010). Esto significa que la mayoría de estas especies no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Además, se estima que podría haber hasta 800 especies en total, lo que indica que aún hay mucho por descubrir sobre su biología y diversidad.
A diferencia de las conocidas abejas melíferas, las abejas nativas de Chile no construyen panales y son solitarias. Presentan una gran variedad de colores y tamaños, e incluso algunas pueden pasar desapercibidas como moscas. Esta diversidad de formas y colores es destacada por el biólogo de la Universidad Católica del Maule, Víctor Monzón, quien subraya que algunas abejas nativas son extremadamente pequeñas, de no más de 3 milímetros, mientras que otras, como el abejorro Bombus dahlbomii, pueden superar los tres centímetros.
Las abejas nativas cumplen una función de polinización tan o incluso más importante que las abejas melíferas introducidas. Según Monzón, algunas especies locales son más rápidas en el desplazamiento de flor en flor y otras se especializan en determinadas plantas. Además, experiencias en España han demostrado que al domesticar a las abejas nativas, estas pueden realizar una mejor labor de polinización que las melíferas.
Las abejas nativas también alimentan a sus crías con néctar y polen, creando una masa similar a la miel. Sin embargo, debido a su naturaleza solitaria, es difícil que se formen acopios de miel como ocurre con las abejas sociales. Por esta razón, se optó por traer la abeja melífera desde Europa para la producción de miel en abundancia, aunque la introducción de esta especie se remonta tanto tiempo atrás que parece que siempre hubiese vivido en Chile.
La relación entre las abejas nativas y las plantas nativas es esencial. Muchas de estas abejas tienen estructuras que se adaptan perfectamente a ciertas especies de flores nativas, siendo dependientes entre sí. La mayoría de la flora nativa de Chile existe gracias a estas abejas, lo que permite que el ecosistema funcione de forma armónica y sostenible.
Es crucial proteger este círculo virtuoso del ecosistema. Plantar árboles nativos y hacer crecer los bosques nativos es fundamental para mantener esta relación simbiótica. Intervenir en estos procesos naturales puede tener un impacto ambiental global, afectando la sustentabilidad de numerosas especies. Planta tu árbol nativo en reforestemos.org y contribuye en preservar nuestras abejas nativas y, con ellas, nuestra biodiversidad y equilibrio ecológico.
Desde Chile Huerta entregan la siguiente descripción para comprenderlas mejor:
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.