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De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un bosque se define como: terreno que abarca una superficie mayor a 0,5 hectáreas, con árboles de altura superior a los 5 metros y un dosel por sobre el 10% o con árboles capaces de alcanzar estos umbrales in situ. Es decir, basta un espacio de 5.000 m² con una cobertura vegetal de tan sólo el 10% para aceptar que nos encontramos frente a un bosque. Por lo tanto, un bosque será esa enorme extensión de tierra con grandes coberturas arbóreas, como las imágenes de los grandes bosques de Canadá y el Amazonas, como también nuestros amenazados bosques esclerófilos en las laderas de la Cordillera de Los Andes o la Patagonia, hasta cientos de pequeñas reservas cerca del radio urbano.
Producción de oxígeno: Los bosques son los principales proveedores de oxígeno del planeta, base para la subsistencia de todos los seres vivos. Gracias a la fotosíntesis, los árboles convierten el agua y el dióxido de carbono presente en el aire en sustancias orgánicas, desprendiendo oxígeno. Un solo árbol, maduro y frondoso, produce el oxígeno que demandan 2 a 10 personas diariamente.
Mejoramiento de suelo y aporte de nutrientes: La relación entre las especies vegetales del bosque y el suelo bajo ellas es simbiótica. El suelo regula importantes procesos ecosistémicos, como la absorción de nutrientes, la descomposición y la disponibilidad de agua, funciones que benefician a las especies vegetales. Todo el material vegetal, como hojas, ramas y ramillas, que caen y se descomponen sobre el suelo, aportan una enorme cantidad de nutrientes, los cuales son distribuidos en diferentes profundidades gracias al agua, formando así un ecosistema rico en organismos y microorganismo que encuentran el sustento para vivir. Esto incentiva a que las raíces de las especies vegetales avancen y se mueven por grandes extensiones y profundidades, absorbiendo los nutrientes, interactuando con otras especies y logrando un buen anclaje. El 33% del suelo a nivel mundial está degradado y entre 1.000 y 10.000 años puede tardar en formarse 30 cms de suelo.
Regulación del ciclo híbrico: Los bosques funcionan como “esponjas gigantes”. Una parte del agua que reciben queda disponible para las raíces de las plantas y los árboles. Mientras que la otra parte, que pueden ser millones de litros, se infiltra hasta los acuíferos y napas, reponiendo los suministros de agua subterránea que son fundamentales para la disponibilidad de agua dulce de todas las regiones. Además, el agua evaporada de los bosques constituye nuevos eventos de precipitaciones en la atmósfera, generando un reciclaje del recurso. El 75% de agua dulce que se consume en el mundo proviene de los bosques.
Captura y retención de contaminantes: Los bosques actúan como sumideros de carbono. Absorben CO2 para realizar su proceso de fotosíntesis, principal gas responsable del efecto invernadero y calentamiento de la atmósfera terrestre. Por sus hojas, liberan oxígeno y agua, aumentando la humedad ambiental y amortiguando la temperatura del aire. Bajo las copas de los árboles, la temperatura disminuye considerablemente, evitando una influencia excesiva de la radiación solar sobre la flora, fauna y el suelo. De acuerdo con datos entregados por CONAF y la FAO, un árbol puede absorber hasta 150 kg de CO2 al año, este almacenamiento de carbono ayuda a mitigar el efecto del cambio climático en las ciudades. Razones como la anterior, lograron que los bosques -al igual que los océanos- fueran catalogados como “sumideros de carbono”. Un sumidero es un sistema o proceso por el que un cuerpo extrae de la atmósfera un gas y lo almacena en su estructura. Por eso, las plantas y árboles caen en esta categoría gracias a su proceso metabólico llamado fotosíntesis. Los bosques pueden absorber hasta el 40% de las emisiones de Co2 mundial en un año.
Biodiversidad: Los bosques ofrecen una alta variedad de hábitat (alimento y refugio) para la biodiversidad terrestre. A medida que el bosque presenta mayor extensión y formas de vida (árboles, arbustos, hierbas, enredaderas, etc), aumenta su capacidad para albergar un mayor número y tipos de especies de flora y fauna. Cuando el bosque es destruido o intervenido, se generan procesos de fragmentación y/o desaparición de hábitat, desencadenando una pérdida importante de la biodiversidad de nuestro planeta. Los bosques sustentan el 80% de la biodiversidad terrestre.
Amortización de fenómenos meteorológicos extremos: Los bosques previenen o amortizan fenómenos meteorológicos extremos, como aluviones, inundaciones, avalanchas e incendios. La prevención la realizan gracias a las características propias de su formación, por ejemplo:
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.