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La sostenibilidad ya no es solo un valor agregado: se ha transformado en un factor decisivo para los consumidores. Hoy, las personas están exigiendo más que productos; quieren compromiso, transparencia y acciones concretas frente a la crisis climática. Las cifras lo confirman: las marcas que no se adaptan a esta nueva realidad están perdiendo terreno.
Un estudio de Mercado Libre (2023) reveló que la demanda por productos sustentables en Latinoamérica creció más de un 30% en el último año. Los consumidores valoran cada vez más criterios como la durabilidad, la responsabilidad social y las certificaciones que aseguren la protección de la biodiversidad.
En Chile, un informe del SERNAC (2022) mostró que el 52% de los encuestados considera la sustentabilidad como un factor relevante en sus decisiones de compra. Y un 64% de los consumidores locales ha cambiado de marca en el último año porque no cumplía con sus expectativas ambientales (Estudio Accenture, 2022). Las marcas éticas y de origen local son cada vez más preferidas: un 79% de los chilenos afirma optar por ellas.
Según la encuesta global de Ipsos «Las Personas y el Cambio Climático», seis de cada diez personas consideran que si las empresas no actúan hoy para frenar el cambio climático, estarán fallando a sus empleados y clientes. Sin embargo, solo el 22% de los encuestados confía realmente en los esfuerzos ambientales que comunican las empresas.
Esto evidencia una desconexión entre el discurso y las acciones. Y lo que es peor: un 90% de las personas declara que no hay suficiente información sobre la sustentabilidad de los productos que consume (SERNAC, 2022). Esto genera desconfianza y, sobre todo, frena la capacidad de las personas de elegir de manera más consciente.
Los beneficios de una estrategia empresarial alineada con la sostenibilidad son medibles. Un estudio de McKinsey (EE.UU.) indica que los productos que presentan alguna afirmación ambiental, social o de gobernanza (ASG) han crecido un 28% acumulado en cinco años, frente al 20% de aquellos sin estas etiquetas. Y las marcas que obtienen más del 50% de sus ventas de productos con características ASG presentan tasas de recompra superiores al 50%, en contraste con menos del 30% de aquellas que no lo hacen.
El mismo estudio también señala que más del 60% de los consumidores estaría dispuesto a pagar más por productos con envases sostenibles, lo que desafía la idea de que el precio es siempre el principal obstáculo para el consumo consciente.
El compromiso ambiental también tiene impacto interno. El 82% de los trabajadores que participan en actividades de voluntariado corporativo se sienten más comprometidos con su empresa (Percent Pledge, 2022), y el 92% mejora su rendimiento (ESADE). Las campañas de sostenibilidad pueden ser una poderosa herramienta de orgullo organizacional y sentido de pertenencia.
Hoy más que nunca, las empresas tienen la oportunidad —y la responsabilidad— de ser parte de la restauración de nuestros ecosistemas. En Fundación Reforestemos contamos con diversas formas de colaboración para que las organizaciones se sumen activamente a la recuperación de los bosques nativos y al fortalecimiento del arbolado urbano. No olvidemos que la deforestación es la segunda causa del cambio climático a nivel global. Restaurar nuestros bosques no solo captura CO₂, también protege la biodiversidad, el agua, los suelos y la calidad de vida de las comunidades. Cada árbol cuenta, y cada empresa puede ser parte de este impacto.
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.