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Durante el verano, la región de Valparaíso enfrentó una de las temporadas de incendios forestales más devastadoras registradas en su historia que dejaron más de 9.000 hectáreas consumidas por las llamas, cerca de 7 mil viviendas afectadas y 134 fallecidos.
En particular, la devastación del arbolado urbano y las áreas verdes ha generado un vacío que afecta no solo a la biodiversidad, sino también a la calidad de vida y la cohesión social de las comunidades.
«Para levantar una comunidad afectada por los incendios, debemos comenzar desde la raíz, asegurando que la restauración de las áreas verdes sea parte integral del proceso, ya que no podemos olvidar que las zonas de alto valor ecológico juegan un papel fundamental en la protección contra los efectos del cambio climático, al filtrar contaminantes, reducir la temperatura urbana y prevenir inundaciones», señaló Suzanne Wylie, directora ejecutiva de Fundación Reforestemos, entidad que trabajará directamente en el Jardín Botánico de Viña del Mar y en las comunas de Quilpué y Villa Alemana en un plan para recuperar las áreas verdes llamado «Reforestemos la V Región».
En Quilpué, comuna con más de mil hectáreas afectadas, se realizarán labores de recuperación de áreas verdes por medio de arbolado urbano, priorizando el uso de especies resistentes a la sequía y la radiación solar. En Villa Alemana, con más de mil hectáreas consumidas, las labores de restauración se destinarán a la recuperación de escuelas y zonas periurbanas, mediante el uso de arbolado urbano.
En Viña del Mar, donde la devastación fue más extensa, se participará en la mesa de trabajo encargada de diseñar el plan de restauración del Jardín Botánico, santuario de la naturaleza de más de 400 hectáreas de las cuales solo dos no fueron arrasadas por las llamas y que albergaba más de 1.300 especies de plantas que brindaban un espacio de educación, investigación, conservación y recreación.
– ¿Cuál es el diagnóstico respecto a la afectación de las áreas verdes en la zona del incendio?
– Según nuestros catastros, en las zonas visitadas por nuestro equipo de expertos como parte del levantamiento de información para implementar nuestro plan, hay sectores que sufrieron la pérdida total de sus áreas verdes, afectando no solo el arbolado urbano, sino que toda la infraestructura urbana. Sectores como Villa Independencia, en Viña del Mar, es un ejemplo de la gran afectación del arbolado urbano, donde el municipio ya está trabajando en la tala de árboles afectados.
– ¿Con qué especies se pretende reforestar?
– Un punto interesante es que la proporción de especies exóticas en el arbolado urbano de los sectores afectados es cercana al 90%, lo cual, en medio de la catástrofe, presenta una oportunidad para reemplazarlos y establecer especies nativas, que es justamente lo que buscamos con nuestro plan «Reforestemos la V». Restaurar con especies nativas de la zona que también presenten mayor capacidad de adaptación al cambio climático, con resistencia a la sequía y radiación solar. En una primera instancia, estamos evaluando reforestar con Huingán, Quillay, Chañar, Tara, Quebracho, Mayu, Pimiento y Carbonillo.
PALMAR EN PELIGRO
– ¿Cuál es la situación de las palmas chilenas afectadas?
– Las poblaciones se encuentran espacialmente muy limitadas y amenazadas por la actividad humana. A pesar de que suelen resistir el paso del fuego, su tasa de crecimiento es muy lenta, por lo que el presentar eventos de incendios continuos puede mermar sus poblaciones, lo que es un gran riesgo si tomamos en cuenta que se trata de una especie con un estado de conservación vulnerable y que su población ha disminuido un 98% durante los últimos 500 años.
– Y en este caso en particular.
– En este caso en particular, el incendio afectó a el Palmar El Salto, declarado Santuario de la Naturaleza en 1998, y que alberga la tercera población más numerosa de palma chilena del país, con un aproximado de 6.000 ejemplares. Según la secretaría técnica del Consejo de Monumentos Nacionales, la superficie afectada es de 91,5 hectáreas del sector norte del Santuario de la Naturaleza, casi una cuarta parte del total de hectáreas de la superficie, que alcanza a 328 hectáreas.
– ¿Cuál es el principal desafío al reforestar un sector tan amplio?
– Trabajar en sectores amplios siempre es un desafío en la restauración ecológica, tanto por la logística de la operación, como por las variaciones locales del terreno que deben ser consideradas en el diseño del proyecto. Gracias a nuestros 12 años de trayectoria en los que hemos trabajado en más de 12 regiones y 175 comunas, contamos con el conocimiento necesario para llevar a cabo esta nueva misión, la que abordamos, en una primera instancia, por medio de un trabajo de evaluación e investigación.
– ¿En rigor hay especies que no se podrán recuperar?
– En escalas de tiempo no humanas, las dinámicas de los ecosistemas permiten la recuperación natural de las especies, sin embargo, es relevante considerar que la frecuencia e intensidad de las perturbaciones puede alterar dichas dinámicas y eliminar localmente las especies con mayores requerimientos de nicho. Es necesario mencionar que, si se presenta un banco de semillas, fuente de propágulos dentro de un ecosistema, está el potencial de recuperación. El bosque esclerófilo, por ejemplo, se desarrolla en la zona con mayor presión antrópica del país -que es la zona central- por lo que, si sigue habiendo perturbaciones continuas y cada vez más intensas, este se irá reduciendo en superficie producto de que la tasa de recuperación será menor a la frecuencia con que ocurren estos eventos.
– ¿Cuáles son los plazos y el costo de este plan?
– Los plazos de recuperación de los ecosistemas originales pueden ser decenas de años. Lo fundamental en las etapas posincendios es proteger el suelo y eliminar los factores de perturbación. Una vez contemplado eso, se debe evaluar la regeneración natural y potenciarla. En los primeros años la idea es asegurar el establecimiento de una cubierta vegetal que se pueda mantener sola, considerando las condiciones climáticas actuales. Luego del establecimiento, si el ecosistema no es perturbado y se presenta un banco de semillas cercano, el bosque se irá recuperando naturalmente. Es difícil dar un costo exacto, ya que, al tratarse de una zona prácticamente arrasada por las llamas, depende de múltiples factores, según el estado del terreno. Sin embargo, para tener una idea, reforestar una hectárea puede costar cerca de 7 millones de pesos, incluyendo la instalación inicial de riego, alrededor de un 70% más caro que una hectárea de plantaciones forestales.
– ¿Cómo se avanzará en este año?
– Está contemplado llevar a cabo proyectos de arbolado urbano con árboles de más de 2 metros y medio de altura, lo que significa que tendrán un impacto para los vecinos en el corto plazo. En el caso de reforestaciones masivas en áreas de alto valor ecológico, lo primero es hacer una evaluación y diagnóstico del suelo para conocer el nivel de deterioro. Es importante analizar el contenido y la distribución espacial de nutrientes después de un incendio para realizar medidas que promuevan su retención. Posterior a eso, continuar con la plantación, la que comenzaría el próximo año y que, al tratarse de la recuperación de un bosque, podría tardar decenas de años.
Soledad Corti Otaegui de Chile ha plantado 1 árbol en la Patagonia.